Hace referencia a cómo las
propias expectativas sobre uno mismo pueden ser un poderoso factor que hacen
que lleguen a cumplirse.
Según las altas expectativas que tenga
cada individuo de sí mismo dependerá el éxito de su propia vida. Existiendo la
ley Galatea de la proporcionalidad, a mayor expectativa de sí mismo mayor será
el éxito personal.
La persona, no necesariamente,
depende de las expectativas ajenas o que tengan otras personas sobre el mismo
sujeto, basta con las propias. Tan sólo depende de la superación individual que
cada uno posea de sí mismo por contar con las poderosas autoexpectativas que
determinarán la "autoconquista" de la propia vida.
La falta de convicción acerca de
lo que hemos decidido que queremos que nos suceda en la vida, nos hace
abandonar, sin siquiera haber hecho el intento de ponernos a prueba, en el
sentido de evaluarnos como capaces o incapaces de cumplir con nuestros sueños.
La falta de compromiso y la poca convicción acerca de nuestro presente y de
nuestro futuro, son los enemigos internos que tenemos que vencer. Sobre gran
parte de los fracasos que tenemos en la vida, la responsabilidad esta en
nosotros mismos por no haber tenido la firme convicción de que eso por lo cuál
luchábamos era lo que queríamos realmente, es decir si tus propias expectativas
no son buenas para ti mismo, tu respuesta seguirá siendo la misma y el
resultado nunca cambiara.
Conseguir o no, objetivos
difíciles puede depender de la confianza o desconfianza que los demás tengan
depositada en nosotros, ya que la confianza, las expectativas, las creencias o
lo que se espera de alguien, puede llegar a ser un importante principio de
actuación. Si nuestro deseo y motivación es muy grande, las profecías
siempre tienden a materializarse. Tanto para bien como para mal.
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