Un persona optimista disfruta del éxito y aprende del fracaso
. Un pesimista tiene miedo de su propio éxito y sufre por los fracasos. Esa es la razón por la cual, la suerte se inclina del lado de aquel que disfruta y aprende>>.

“Todos somos completamente independientes y autosuficientes… Sólo que pocos lo saben"

viernes, 25 de mayo de 2012

Anclados en el mundo de la belleza


Estamos anclados en el mundo de la belleza, de estar 10, del culto al cuerpo, de valorar sobre todas las cosas el aspecto físico, en definitiva de ser un poco frívolos. Lo que importa es lo que se ve. Si no soy un BMW o Mercedes... no valgo nada, vaya.
A cualquier precio, dietas imposibles, contra nuestra salud, intervenciones quirúrgicas, tratamientos carísimos, implantes, siliconas...
Nadie se detiene un instante a mirar el interior, conocer a la persona, sus principios, su comportamiento y acciones. Nos perdemos lo mejor, eso es obvio, rechazamos los regalos, ya que no nos gusta el envoltorio.
Nos alienan (medios de comunicación) de la importancia de la belleza, de estar guapos, de cuidarnos, tener buen cuerpo… no sólo por nuestra salud, sino, más bien, por el tema económico o empresarial.
Nos empujan un poco a eso, a tener un buen cuerpo, a cuidarse… ¿con que objetivo? Conozco multitud de gente joven que se siente mal, por no poder vestir como sus amigos, ropa típica (grandes superficies), por no ser cómo los chavales que salen en las series.
El principal objetivo es promover… el negocio, las ganancias económicas, por encima de todo. Ganar a costa de los demás, sin tener en cuenta todo el sufrimiento de la inmensa mayoría de las personas. Yo te vendo un prototipo de belleza, y si no lo tienes (la inmensa mayoría) te vendo de todo para poder conseguirlo, o morir en el intento.
Nadie fomenta aprender habilidades sociales, mejorar nuestra autoestima, resolución de problemas… eso no vende, no es importante. Lo que vende, donde se gana, es vendiendo una crema para las arrugas que te deja como si tuvieras 20 años… Ja, ja, ja,. Hay que aceptar con naturalidad, la madurez, la vejez, etc.
Todo el mundo olvida el daño que se está haciendo, problemas de imagen corporal, baja autoestima,  altos niveles de ansiedad que desencadenas en trastornos alimentarios, sobrepeso, obesidad, etc.
 Cada persona tiene que tener su estilo, aceptar su físico, aceptar sus habilidades, en definitiva aceptarse, e intentar mejorar aspectos de la persona, no del físico. La persona perdura, el físico no.
Cuando se cambie, cuando se entienda que el principal objetivo es nuestro bienestar, tanto físico como psicológico seremos mucho más felices.

miércoles, 16 de mayo de 2012

EL SUFRIMIENTO DE KISAGOTAMI


EL SUFRIMIENTO DE KISAGOTAMI

En tiempos de Buda, murió el único hijo de una mujer llamada Kisagotami. 
Incapaz de soporta siquiera la idea de no volver a verlo, la mujer dejó el cadáver de su hijo en la cama y durante muchos días lloró y lloró implorando a los dioses que le permitieran morir a su vez. 
Como no encontraba consuelo, empezó a correr de una persona a otra en busca de una medicina que le ayudara a seguir viviendo sin su hijo o, de lo contrario, a morir como él.
Le dijeron que Buda la tenía: 
Kisagotami fue a ver a buda, le rindió homenaje y le preguntó: 

-¿Puedes preparar una medicina que me sane este dolor o me mate para no sentirlo? 

-Conozco esa medicina-contestó Buda-, pero para prepararla necesito ciertos ingredientes. 

-¿qué ingredientes? -Preguntó la mujer. 

-El más importante es un vaso de vino casero- dijo Buda. 

-Ya mismo lo traigo - Dijo Kisagotami.

Pero antes de que se marchara,  Buda añadió: 

-Necesito que el vino provenga de un hogar donde no haya muerto ningún niño, cónyuge, padre o sirviente. 

La mujer asintió y, sin perder tiempo recorrió el pueblo, casa por casa pidiendo el vino.

Sin embargo, en cada casa que visitaba le sucedía lo mismo.

Todos estaban dispuestos a regalarle el vino, pero al preguntar si había muerto alguien, ella encontró que todas las personas habían sido visitadas por la muerte.
En una vivienda había muerto una hija, en otra un sirviente, en otra el marido o algunos de los padres.
Kisagotami no pudo hallar un hogar donde no se hubiera experimentado el sufrimiento de la muerte. 

Al darse cuenta de que no estaba sola en su dolor, la madre se  desprendió del cuerpo sin vida de su hijo y fue a ver a Buda. Se arrodilló frente a él y le dijo: Gracias... comprendí 

Recomendaciones en el duelo


RECOMENDACIONES EN EL DUELO

La tristeza que nos invade cuando enfrentamos la pérdida de un ser querido, es tal que generalmente optamos por un código de silencio; en lugar de ello, sería preferible intentar canalizar nuestros sentimientos de una forma positiva, lo cual generalmente no es fácil. He aquí algunas sugerencias que pueden ayudarle en el proceso de recuperación.

Evite el silencio. No se encierre en su dolor. Hay muchas personas ansiosas de compartir con usted y apoyarle, pero para eso requieren que usted exprese sus sentimientos. Cualquier sentimiento que usted experimente es válido, y por lo tanto, siéntase en libertad de expresarlo.

No se encierre en sí mismo. El sufrir callado no le beneficiará en nada. Acuda a sus familiares, amigos y seres queridos; rodeado de apoyo y cariño se sentirá más fuerte.

Permítase algún tiempo solo con usted mismo. Mucha gente querrá acompañarle y a veces, involuntariamente, podrán abrumarlo con tanta atención. Recuerde que hay una diferencia entre sumirse en la soledad y tener un tiempo de privacidad.

Ayude a otros. Cuando se sienta lo bastante fuerte como para compartir su pena con otros, usted podrá convertirse en un apoyo para personas que atraviesan una situación similar. Una manera hermosa de hacerlo es organizar o participar en grupos de apoyo.

Busque ayuda especializada. Es muy probable que usted sienta que solo no puede salir adelante o que su proceso de recuperación no avanza a un ritmo deseable.

No subestime el dolor de los menores. Los niños y adolescentes generalmente tienen formas distintas para expresar su dolor. Además, si tiene niños o jóvenes a su alrededor, al verlo sufrir a usted, ellos se permitirán expresar sus sentimientos. Hable con ellos, dígales que está triste y déjese querer.

La vida continúa. Siéntase feliz por la oportunidad de seguir viviendo. Por difícil e injusto que parezca trate de recordar que la muerte es un hecho inevitable que a todos nos afectará. No sabemos en qué momento nos encontrará, de manera que oblíguese a hacer de cada día, para usted y para los que rodean, una experiencia valiosa.

Etapas del duelo


Etapas del duelo

Impacto. Es la primera reacción: una sensación de paralización, desorientación e incredulidad. La vida se estanca y la atención se concentra en la pérdida sentimental. Se bloquean las emociones y es difícil concentrarse en las tareas diarias. Cuesta conciliar el sueño y se pierde el apetito. La etapa puede durar un día o un mes, pero no mucho más. Puede venir acompañada de síntomas físicos de ansiedad como vértigo, crisis de pánico, hiperventilación o cansancio extremo. 

Negación. Este mecanismo, que conlleva la incapacidad de aceptar que la relación ha terminado, también sucede cuando se vive la muerte de un ser querido. Hay personas que se estancan en esta etapa durante años, con la esperanza de que vuelva la persona que se fue. 

Pena y depresión. Esta emoción puede afectar tanto al que abandona como al abandonado. Suele describirse como un sentimiento de vacío, como si faltara una parte de uno mismo. Es el sentimiento que impulsa a muchas personas a correr hacia otra relación, lo cual no es algo muy saludable para la curación, aunque sí comprensible. Es importante permitirse vivir la experiencia de la tristeza sin acudir a atajos como la actividad frenética, drogas y alcohol o promiscuidad sexual. En estas circunstancias es aconsejable hablar con un psicólogo o con amigos sobre lo que se está sintiendo. La pena proviene no solo de la pérdida de la persona, sino del tiempo que se compartió y del fracaso del proyecto de pareja. La pena puede conducir a la depresión y es entonces cuando la persona se puede quedar estancada, a veces durante años. Si no se puede seguir adelante y superar la etapa, habría que buscar ayuda profesional. 

Culpa. Esta emoción es sentida por aquél que termina la relación, pero también por el abandonado. En este último caso posiblemente debido a la idea de fracaso. Al pensar sobre qué fue lo que falló, el que se culpabiliza suele razonar sobre lo que podría haber sido hecho de otra forma. Si algo tiene de positiva la culpa, es que ayuda a hacer cambios en el futuro. La parte negativa y no saludable es la que lleva a culparse a uno mismo de un modo poco ecuánime e injusto. Las personas que lo hacen son aquellas que son incapaces de sentir rabia hacia la ex pareja y dirigen la rabia hacia sí mismos. Creen que todo ha sido culpa suya. Habría que recordar que el remordimiento genuino debe venir seguido del perdón hacia sí mismo. Si no se consigue superar la culpa, no es posible finalizar el duelo. 


Rabia. La presencia de la rabia es algo completamente normal durante el duelo. Es una fuerte emoción que nace de sentirse herido, aunque no haya nadie a quién culpar. El momento en que se experimenta la rabia depende de cada persona en particular. Algunos la sienten muy al principio y otros son más lentos hasta llegar a sentirla. Al ser una energía potente, la rabia puede hacer sentir irritabilidad y nerviosismo, pero el lado positivo es que ayuda a sobrellevar los malos momentos y motiva para reconstruir la vida. No habría que sentirse culpable por sentir rabia en esta etapa, ya que esto indica que se está superando la pena. También puede revelarse una rabia destructiva y no terapéutica en forma de venganza o de la utilización de los hijos en contra de la otra persona. Otras veces la rabia se materializa en una siguiente relación, llevando a que la persona se desquite inconscientemente con la nueva pareja con insultos, desconsideración o indiferencia. De esta forma está proyectando en otro lo que siente que le han hecho. También hay personas que permanecen rabiosas durante años, lo cual indica que siguen ligados emocionalmente a sus ex parejas de un modo destructivo. Es importante saber discernir con la ayuda de un terapeuta si la rabia es saludable o es destructiva.
Resignación: el adiós. Esta es la transición más difícil del proceso de duelo. No solo hay que aceptar que la relación se ha terminado; también hay que liberarse de ella por completo, recuperando la energía que se invirtió en la relación. Aunque parezca que lo peor ya pasado, también es posible quedarse atrapado en esta etapa: cuando el agotamiento nervioso deja a la persona sin motivación para seguir adelante. 

Reconstrucción. En este punto hay más días alegres que tristes y se empieza a reconstruir activamente la vida. La persona vuelve a centrar la atención en sí mismo y a sus propias necesidades y se vuelve a desear conocer a otra persona. Esta etapa es como aprender a caminar otra vez después de haberse roto una pierna. La persona se siente mejor pero necesita construir su fortaleza desarrollando el amor propio y la seguridad en sí misma.