Un persona optimista disfruta del éxito y aprende del fracaso
. Un pesimista tiene miedo de su propio éxito y sufre por los fracasos. Esa es la razón por la cual, la suerte se inclina del lado de aquel que disfruta y aprende>>.

“Todos somos completamente independientes y autosuficientes… Sólo que pocos lo saben"

miércoles, 16 de mayo de 2012

EL SUFRIMIENTO DE KISAGOTAMI


EL SUFRIMIENTO DE KISAGOTAMI

En tiempos de Buda, murió el único hijo de una mujer llamada Kisagotami. 
Incapaz de soporta siquiera la idea de no volver a verlo, la mujer dejó el cadáver de su hijo en la cama y durante muchos días lloró y lloró implorando a los dioses que le permitieran morir a su vez. 
Como no encontraba consuelo, empezó a correr de una persona a otra en busca de una medicina que le ayudara a seguir viviendo sin su hijo o, de lo contrario, a morir como él.
Le dijeron que Buda la tenía: 
Kisagotami fue a ver a buda, le rindió homenaje y le preguntó: 

-¿Puedes preparar una medicina que me sane este dolor o me mate para no sentirlo? 

-Conozco esa medicina-contestó Buda-, pero para prepararla necesito ciertos ingredientes. 

-¿qué ingredientes? -Preguntó la mujer. 

-El más importante es un vaso de vino casero- dijo Buda. 

-Ya mismo lo traigo - Dijo Kisagotami.

Pero antes de que se marchara,  Buda añadió: 

-Necesito que el vino provenga de un hogar donde no haya muerto ningún niño, cónyuge, padre o sirviente. 

La mujer asintió y, sin perder tiempo recorrió el pueblo, casa por casa pidiendo el vino.

Sin embargo, en cada casa que visitaba le sucedía lo mismo.

Todos estaban dispuestos a regalarle el vino, pero al preguntar si había muerto alguien, ella encontró que todas las personas habían sido visitadas por la muerte.
En una vivienda había muerto una hija, en otra un sirviente, en otra el marido o algunos de los padres.
Kisagotami no pudo hallar un hogar donde no se hubiera experimentado el sufrimiento de la muerte. 

Al darse cuenta de que no estaba sola en su dolor, la madre se  desprendió del cuerpo sin vida de su hijo y fue a ver a Buda. Se arrodilló frente a él y le dijo: Gracias... comprendí 

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